Mientras los
desarrolladores de juegos Europeos centraban sus esfuerzos en torno a
los
ordenadores personales,
en Japón se preparaba una nueva revolución para el sector traída
de
la mano de una empresa
que fabricaba barajas de cartas de Hanafuda: Nintendo.
la habían marcado el
Pong y el Magnavox. La
segunda la había traído
Atari de la mano de su VCS. La tercera giraría en torno a los 8 bits
de la
consola insignia creada
por Nintendo, la Super Famicom, o como la conocimos en Europa y
Estados Unidos, NES:
Nintendo Entretainment System.
En gran medida, todo esto
se debió a una serie de juegos basados en personajes creados por,
posiblemente, la figura
creativa más importante de la industria hasta el momento: Shigeru
Miyamoto.
Miyamoto es el
responsable de crear personajes como Mario, Donkey Kong, Link y
Bowser.
Aunque no como
programador sino como creativo. Miyamoto contaba con equipos de
informáticos a los que
lideraba e intentaba que encontrasen soluciones técnicas viables
para
crear los escenarios y
mecanismos que imaginaba.
La empresa Square
estaba al borde de la
quiebra cuando Hironobu Sakaguchi decidió hacer su último juego, un
juego de rol basado en el
popular “Dragon Quest”. Para reflejar que no pensaba hacer más
después de ese, lo
bautizó “Final Fantasy”
. Paradójicamente el
éxito
de Final Fantasy fue
estratosférico y se ha convertido con los años en la mayor y más
exitosa
franquicia de rol jamás
creada para el entretenimiento electrónico.
El microordenador
doméstico de origen nipón, la MSX2 vio nacer el primer juego de
sigilo, el
“Metal Gear”. El
juego catapultó a la fama nacional a uno de los pocos autores
importantes
que siguen en activo a
día de hoy: Hideo Kojima, que conocería la fama mundial con el paso
a
las 3D de la franquicia
en PlayStation años más tarde.
La tercera generación de
consolas domésticas terminaría oficialmente en 1995 cuando se dejó
de fabricar la NES de
forma continuada.
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